El Adviento no cumple el refrán: el que espera no desespera. Porque esperamos el cumplimiento de la palabra de Dios, y Dios no falta a su palabra.
Por tanto, estamos ante una espera gozosa, casi festiva; una espera que es a la vez un descanso en la certidumbre de que el amor infinito sale a nuestro encuentro. Descansemos en la espera gozosa del Adviento.