En 1994 dos americanos fueron a Rusia invitados por el Departamento de Educación para enseñar la moral y la ética basada en principios bíblicos. Acudieron a escuelas y organismos públicos. También estuvieron en un orfanato de casi cien niños y niñas que habían sido abandonados y dejados en manos del Estado. Allí ocurrió lo siguiente, según cuentan los mismos visitantes: cuando iba a llegar la Navidad les contaron detenidamente lo que ocurrió en Belén, con María, José y el nacimiento del Niño, puesto en un pesebre. Los niños lo escucharon con un asombro especial. Después, entregaron a los niños unos pequeños trozos de cartón para que cada uno hiciera su Belén.

Cuando uno de los profesores llegó junto al pequeño Misha, de unos seis años, se sorprendió al ver que había puesto dos bebés en el pesebre. Y al preguntarle, el niño entonces empezó a repetir de forma bastante exacta la historia que le acababan de contar. Hasta que llegó a la parte donde María pone al bebé en el pesebre.

Cuando el pequeño Misha terminó su historia, sus ojitos brillaban llenos de lágrimas empapando sus mejillas; se tapó la cara, agachó la cabeza sobre la mesa y sus hombros comenzaron a sacudirse en un llanto profundo. El pequeño huérfano había encontrado a alguien que jamás lo abandonaría. ¡Alguien que estaría con él para siempre!

Aquel americano recordó la frase de Jesús “si no os hacéis como niños no entraréis en el Reino de los Cielos”, y comprendió mejor que nunca, gracias a Misha, el mensaje de la Navidad: la grandeza de un Dios que se hace Niño y necesita nuestro calor y la grandeza de unos hombres cuando se reconocen niños y necesitados del que nunca abandona.

¡Feliz Navidad a toda la familia de Alborada!